BENAIM: Comida árabe-judía callejera y birra tirada

El miércoles quisimos cortar la semana y salir a tomar algo después del laburo. No teníamos nada definido, así que nos fuimos a Palermo en busca de algún lugar que nos tiente. Caímos en Benaim: un bar que se basa en comida árabe-judía callejera y que, para acompañar, tiene tirada artesanal rubia, roja y negra.

El lugar es una casona antigua restaurada a nueva que se esconde detrás de una pared muy alta, ploteada con un graffiti de Cabaio Spirito (si no lo conocen, googleen porque vale la pena) que combina signos arabescos como, por ejemplo camellos, con el arte callejero. Tiene un patio de cemento bastante amplio, también decorado por este artista, lucecitas de colores y varias mesas tipo pic-nic, además de las mesas tradicionales y la barra en las que te podés sentar del lado de adentro.

Esto funciona así: no hay servicio a la mesa y, para comprar, tenés que ir directamente a la cocina. Te recibe una chica muy amable que te comenta cómo es la comida ahí, le pagás a ella y te da un número con el que te avisan cuando tu pedido esté listo para que vayas a buscarlo. Lo que tiene de bueno, además de ser comida de una cultura completamente diferente a la nuestra, es que hay pocos platos: pocos pero claves. Los platos principales cuestan entre $90 y $130, son: Pastrón, Falafel, Kebab, Kipe y albóndigas, y todos salen con fritas. También hay opciones para picar: papas fritas, frutos secos, humus y una picada que combina un poco de todo.

Pedimos dos pintas rubias y la picada que incluye pan árabe, humus, pasta de berenjena, frutos secos, aceitunas y un queso con especias que es parecido a la ricota pero que no recordamos el nombre. Acostumbrados a que la comida árabe en Buenos Aires suele estar hecha en lugares más parecidos a los puestitos del Barrio Chino, dónde no importan demasiado las condiciones del lugar ni la calidad de los ingredientes que se usan, Benaim nos sorprendió con preparaciones frescas y productos en su mejor punto. Más tarde quisimos probar la cerveza roja y la acompañamos con un plato de papas fritas con cáscara y sin salsa: nuestra querida papa frita en su estado más natural. Tanto la rubia como la roja, resultaron muy ricas. Frías, con el gas justo, cuerpo espeso y la espuma necesaria para disfrutar más de ese primer sorbo. Suavidad justa para acompañar bien los sabores imponentes de la comida.

Algo genial: la pinta está sólo a $70 y el Happy Hour es un 2x1 para compartir. Es decir, no pasa como en la mayoría de los bares en que pedís dos pintas y la promoción significa que ambas personas reciben un refill más tarde sino que directamente te dan dos vasos para tomar con quien quieras.

Apenas empezamos a degustar nuestro pedido, notamos que la música era muy amable. ¿Qué es para nosotros una música amable? Es ese tipo de música que no sólo no molesta ni aturde, sino que además, hace que el momento se más disfrutable. Es esa música que corteja ese instante hedonista que tan arraigado tenemos en De Pintas y Tapas. Ante la curiosidad de no conocer qué era lo que estábamos escuchando (y disfrutando) le consultamos a la gente que atendía y nos comentaron que lo que sonaba era un disco de La familia de Ukeleles. Poco pero algo conocemos de esta banda muy recomendable. Es una formación acústica donde el ukelele, esa pequeña guitarra de 4 cuerdas hawaiana, es protagonista esencial. Ellos versionan clásicos folks, swing, country y boleros de los 50’s y 60’s con arreglos vocales alegres y relajados ideal para disfrutar no sólo de lo que estábamos probando sino también del ambiente que nos rodeaba.

Como verán, seguimos buscando platos ricos y diferentes para acompañar a nuestra estrella principal. Benaim nos pareció una muy buena opción para variar en las salidas y viajar a otra cultura a través de su exquisita gastronomía.

Benaim

Gorriti 4015

4864-4305

BenaimBA

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